¿Para cuándo los BRICS del conocimiento?

Por Domenico Fiormonte (Profesor de Sociología y Ciencias Políticas de la Università de Roma Tre)

Publicado originariamente en Infolet  el 17 de julio de 2014


La primera noticia de hoy es que los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y África del Sur), es decir, las así llamadas economías emergentes del planeta, tendrán su propia banca a partir del año 2015. La neonata institución financiera surge como un desafío frontal a la supremacía occidental, encarnada a partir de la posguerra por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Los BRICS han firmado, además, acuerdos en otros sectores y aspiran a dotarse de una agencia propia de rating, de su propio circuito financiero y de un Internet “privado” que sea capaz de sortear el tráfico que pasa obligatoriamente por los nodos de Estados Unidos. Por otra parte, el ordenamiento geopolítico de la industria de las telecomunicaciones es claramente conocido: los mayores proveedores y propietarios de conectividad del mundo son los llamados “tier 1 providers” (T1P). Su red es tan grande que no tienen necesidad de comprar “transit agreements” a otros proveedores. Aunque los intereses financieros y comerciales entre estos colosos no son públicos, los T1P oficialmente deberían ser catorce, pero según algunas fuentes la espina dorsal está constituida por siete “hermanas”: Level 3 Communications (USA), TeliaSonera International Carrier (Svezia), CenturyLink (USA), Vodafone (UK), Verizon (USA), Sprint (USA), e AT&T Corporation (USA).

Es evidente que los BRICS no resultan demasiado favorecidos por esta situación. Ellos mismos representan un cuarto del Producto Interior Bruto del planeta, el 43% de la población (3 millones de personas) y poseen una reserva en divisa valorada en 4,400 millones de dólares. Desde hace tiempo se viene hablando de expandir el grupo para acoger a otros países emergentes, como, por ejemplo, Turquía e Indonesia (con tasas de crecimiento del PIB en torno al 5% y 6% anual respectivamente).

La segunda noticia no es ni siquiera una noticia, sino un excelente resumen sobre la situación del “coste del conocimiento” a cargo del infatigable Joaquín Rodríguez.

Entre los cinco primeros, tal como muestra la imagen, tres están dedicados a la edición de contenidos     científicos, técnicos y profesionales, a la gestión e identificación de información valiosa para determinados colectivos altamente cualificados que necesitan contenidos actualizados. Reed Elsevier (promotora, entre otras muchas cosas, de Science Direct y Scopus),Thomson-Reuters (generadora, entre otras muchas cosas, de la Web of Science) y Wolters Kluwer (empresa holandesa fusionada, a su vez, con otro gigante, Bertelsmann & Springer, lo que daría lugar a Springer Science+Business) son tres gigantes que no solamente facturan cantidades inconcebibles para editores que trabajan en otros sectores sino que, sobre todo, dominan y controlan la producción.

Pero qué tiene que ver la banca BRICS con el predominio anglosajón (y anglófono) del conocimiento. Y, sobretodo, cuál es el nexo con las Humanidades Digitales.  Movámonos un poco hacia atrás. En marzo de 2014, debido a un correo electrónico ofensivo enviado “accidentalmente” a la lista de discusión de la Associazione di Informatica Umanistica e Cultura Digitale (AIUCD), me di de baja de dicha asociación. No viene aquí al caso reconstruir la historia de esta  lamentable (al menos para mí) experiencia, que pone fin a una historia de amistad y colaboración de más de veinte años, pero, no obstante, sí es preciso comprender las razones profundas de aquel desencuentro, en el que se confrontan dos visiones geopolíticas divergentes.  Lo que estaba en juego, a mi parecer, trascendía la simple valoración sobre la mayor o menor conveniencia de  afiliación a la asociación europea (EADH), sino (véase mi correo electrónico de respuesta):

tres niveles de problemas estrechamente interconectados entre ellos: 1. Un problema propiamente político, es decir, la representación de la AIUCD y de otras organizaciones nacionales en el marco de los actuales “contenedores” (para nosotros, ADHO y EADH), además del funcionamiento de estos mismos; ) 2. Un problema de representación de las diversidades culturales, lingüísticas, disciplinarias, etc. en el interior y exterior de estas organizaciones; 3) un problema de presencia científica de las investigaciones no anglófonas en el panorama internacional de las Humanidades Digitales.

Lamentablemente no ha sido posible discutir estas cuestiones en una asamblea plenaria y se ha preferido proceder de manera auto-referencial, firmando el acuerdo con la EADH sin una ratificación formal por parte de la asamblea. Aunque el comité ejecutivo, según los estatutos, no estaba obligado a poner en debate este asunto, lo debería haber hecho –creo–, primero para respetar la palabra dada y después para reforzar la participación de sus asociados, que de este modo han sido dejados fuera. Dicho esto, lo que quiero analizar aquí no es el fair-play de la AIUCD, sino la debilidad de las razones (y del razonamiento) que están detrás de esta elección. Es evidente que esta premura encubre la ansiedad y el miedo a “quedarse fuera” del juego “internacional”, representado, al menos según la visión de quienes han querido el acuerdo, por los supuestos centros de legitimación EADH / ADHO. Por otra parte, el elenco de “ventajas” propuestas por los miembros autorizados del comité ejecutivo parecía demasiado insuficiente (y sobretodo vago). Así lo observaba en mi correo electrónico del 10 de febrero:

Sin embargo, la afiliación a la EADH es  un problema secundario. El verdadero nodo, a mi parecer, continúa siendo ADHO, un organismo que se define internacionalmente representativo de las Humanidades Digitales, pero que está compuesto a partir de unas  constituent organisations, las cuales deciden quién entra, cómo y por qué. Es verdad que existe un debate en curso y que “algo se mueve”.  Había tenido la oportunidad de leer en Humanist que es posible afiliarse de modo individual sin la adhesión a la revista LLC (Literature and Linguistic Computing), pero la cosa no está clara. En la lista del grupo GO::DH  un colega cubano  escribió que quería inscribirse y recibió palabras de estímulo para hacerlo. Pero entonces, yo me pregunto: ¿por qué si soy un ciudadano cubano o, pongamos por caso, uzbeko, puedo afiliarme individualmente a ADHO y si soy italiano, español o alemán debo hacerlo a través de la EADH? La intención explícita es promover la afiliación sin la obligación de abonar al costo de una revista, pero esto no pone en cuestión ni por asomo el modelo cerrado de ADHO; todo lo contrario, lo refuerza. En realidad, es el único modo de abrir manteniendo el control. (Por ejemplo: 7 miembros de los 9 del Steering Committee de ADHO provienen de UK, USA, Australia y Canadá. Uno de Japón y otro de Alemania).

En esencia, y aquí comienzo mis conclusiones, la elección de ADHO y por tanto de la asociación EADH parecer ser la de mantener de una manera segura el control de las Humanidades Digitales buscando difundir una imagen “internacional” de la comunidad, pero cuyos instrumentos continúan siendo todos anglófonos: la conferencia anual DH (como comenté en un post precedente), la lista de correos Humanist, la revista LLC, las monografías más o menos esponsorizadas (tipo Compani). Por no hablar de software, lenguajes y los conocidos “standards”, desde UNICODE a TEI. Como escribía George Steiner en After Babel:

the meta-linguistic codes and algorithms of electronic communication which are revolutionizing almost every facet of knowledge and production, of information and projection, are founded on a sub-text, on a linguistic ‘pre-history’, which is fundamentally Anglo-American (in the ways in which we may say that Catholicism and its history had a foundational Latinity). Computers and data-banks chatter in ‘dialects’ of an Anglo-American mother tongue.

Es este “esperanto anglo-americano” el que permite declinar y estructurar el imperio del conocimiento en proporciones y según una modalidad nunca experimentada antes en la historia (ni siquiera por el catolicismo romano…).  Me pregunto: ¿es esto lo que conviene a los italianos, españoles, portugueses, franceses y, en definitiva, al resto del mundo?  El gesto de los BRICS, crear una banca, no es solo –obviamente- un gesto económico, sino un signo geopolítico (y cultural): China, India, Brasil, Rusia y muchos otros grandes países del mundo están a favor de un mundo multipolar. Los Estados Unidos, Europa y sus (siempre menos controlables) satélites, de momento, no. Desde el punto de vista geolingüístico, ninguno de los países BRICS, ni siquiera China, estarían en situación de imponer su propia lengua al resto del mundo. Mientras, resulta claro la ventaja absoluta de los “propietarios” de la actual lingua franca y de los imaginarios a ella ligados. Lógicamente, no podemos saber si los BRICS se opondrán también, después del monopolio del préstamo y de la Red, al monopolio del conocimiento. No obstante, la aparición de un nuevo jugador en el campo debería ser acogida favorablemente. En la toma de decisiones que concierne al microcosmos de las Humanidades Digitales, ¿podemos continuar ignorando cuanto está sucediendo en el mundo y las concesiones que consentimos con nuestras elecciones? ¿Es posible no ver que desde el “datagate” al exceso de poder de las multinacionales editoriales, de Monsanto a Google, existe una línea roja que une el problema del acceso al conocimiento con aquel de la representación política, la defensa de lo autóctono, de la palabra local? ¿Qué lenguas, qué alimentos, que memorias sobrevivirán en el futuro? ¿Y quién lo decidirá? El problema de la diversidad biocultural se entrelaza ahora con los intereses energéticos, alimentarios, tecnológicos, etc., y la comunidad científica –todas las comunidades científicas– están llamadas a adoptar un posicionamiento respecto a un mundo que cambia y a otro que no quiere plantearse ningún cambio. El título provocativo que le he dado a este post, más allá de toda simplificación y generalización, busca insistir en un concepto: existe un desequilibrio de fuerzas y tenemos una urgente necesidad de reequilibrar el sistema. Mi perplejidad sobre la adhesión a la EADH por parte de la asociación italiana se basaba, precisamente, en esto: una visión diversa de las relaciones centro-periferia, el rechazo de una subordinación a los temas de investigación mainstream, la exploración de alianzas alternativas y, en definitiva, la creación de un proyecto cultural situado fuera de los límites impuestos por la urgencia de quedarse “en el gremio” y el ansia de legitimación.


Traducción: Nuria Rodríguez Ortega

En relación con situaciones de subrepresentación en el campo institucionalizado de las HD, y que conciernen directamente al campo de actuación de ReArte.Dix, véase también “Humanidades Digitales, Digital Art History y cultura artística: relaciones y desconexiones”, artnodes (Universitat Oberta de Catalunya), n. 13, 2013.

Nuria Rodríguez Ortega

Nuria Rodríguez Ortega es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Málaga y Especialista en Humanidades Digitales por la Universidad de Castilla La Mancha. Actualmente, ejerce como profesora titular en la Universidad de Málaga, donde Dirige el Departamento de Historia del Arte desde el año 2009. En los últimos años, ha complementado esta actividad con su cargo de Subdirectora del Museo del Patrimonio Municipal de Málaga (2007-febrero de 2013). Sus dos líneas de investigación principales son los procesos y condiciones de producción del conocimiento artístico, especialmente su dimensión textológica y lingüística; y la convergencia entre lenguajes computacionales, medio digital e Historia del Arte. Desde el año 2006, dirige el proyecto de I+D ATENEA (www.proyectoatenea.es), comprometido con el desarrollo de un corpus informatizado de textos teórico-artísticos y en su explotación lingüístico-semántica. También investiga sobre el modo como la cultura digital está reformulando los procesos de distribución, producción, consumo y acceso a la cultura artística, proceso en el que las instituciones museísticas desempeñan un papel capital. En este sentido, analiza estos cambios desde el punto de vista de la museología crítica y poscrítica. Sobre la temática cultura digital, patrimonio e historia del arte ha impartido conferencias en universidades e instituciones nacionales e internacionales, entre las que pueden reseñarse el Getty Research Institute, el King’s College de Londres, la Universidad de Ferrara, la Universidad Ca'Foscari de Venecia, la Universidad de Roma Tre o la Universidad de La Sapienza. Asimismo, es comunicante habitual de la Annual Conference on Digital Humanities, organizada por el ADHO (Alliance of Digital Humanities Organizations). Entre sus trabajos relacionados con este tema destacan: Teoría y literatura artística en la sociedad digital. Construcción y aplicabilidad de colecciones textuales informatizadas (Gijón, Trea, 2009); «La cultura histórico-artística y la Historia del Arte en la sociedad digital. Una reflexión crítica sobre los modos de hacer Historia del Arte en un nuevo contexto» (Museo y Territorio, 2010); “Discursos y narrativas digitales desde la perspectiva de la museología crítica” (Museo y Territorio, 2011),  «Mediación digital en los procesos de recepción, construcción e interpretación de la herencia cultural» (Universidad de Valencia, 2003); y «El museo y su problematización digital: epistemologías en transición» (Universitat Oberta de Catalunya, 2013).Recientemente ha coeditado junto con Murtha Baca y Anne Helmreich un doble número especial de la revista norteamericana Visual Resources cuyo tema específico es Digital Art History. Ha dirigido numerosos seminarios dedicados a esta temática: El patrimonio histórico-artístico e Internet: perspectivas de futuro (Universidad de Málaga y Museo del Patrimonio Municipal, 2008) ; Documentación del patrimonio histórico-artístico: del inventario de bienes a la web semantica (Universidad de Málaga y Museo del Patrimonio Municipal, 2010) ; International Workshop Digital Art History: challenges, tools, practical solutions (Universidad de Málaga y Getty Research Insitute, 2011); Culturas, prácticas y conocimientos artísticos en la sociedad digital (Curso de verano de la Universidad de Málaga, julio de 2012); Digital Art History: challenges, tools, practical solutions II part (Getty Research Institute y Universidad de Málaga, marzo de 2013).

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